La banda de la Universidad Católica de Temuco reúne a trece músicos de distintas carreras y trayectorias. Con influencias que van del rock al folclore, del pop al funk, preparan su gala anual 2025, que se realizará el 21 de noviembre en el Aula Magna. Conversamos con sus integrantes sobre identidad sonora, disciplina y la apuesta de interpretar el repertorio latinoamericano en clave contemporánea.
En la sala de ensayos ubicada en el campus San Francisco, las voces y los instrumentos se acomodan antes de comenzar. Hay guitarras, un bajo, un teclado, una batería, un par de congas y cables que cruzan el piso como un mapa eléctrico y un grupo que se mueve con coordinación, fruto de años de tocar juntos. AContraluz —formada por estudiantes y egresados de distintas generaciones— prepara los últimos detalles de su gala anual 2025, un hito que para ellos no solo celebra un año más de trabajo, sino la posibilidad de llevar al escenario un repertorio diverso, vivo y exigente.
En esta conversación colectiva, varios de sus integrantes comparten su mirada sobre la banda, la disciplina detrás de los arreglos y el sentido de hacer música desde región.
¿Cómo nace AContraluz y que los impulsó a unirse como banda en Temuco?
Juan Carlos (director): AContraluz comenzó hace catorce como un taller de música latinoamericana donde se hizo una audición y llegaron músicos con mucha experiencia, en ese proceso realizamos una audición y llegaron músicos con mucha experiencia. Eso me llevó, como director, a tomar la decisión de que no fuera solo un taller, sino conformarlo como una banda y componer un repertorio latinoamericano.
¿Qué significado tiene el nombre AContraluz dentro de su historia y forma de mirar el mundo desde la música?
Juan Carlos: AContraluz es una mezcla de ritmos, de poner instrumentos como un charango, un bajo, una zampoña junto a una guitarra eléctrica. Es la idea de la banda. Por muchos años hicimos tributo a Violeta Parra y Víctor Jara donde todos los arreglos se hacían de acuerdo a los aportes de los músicos. Componer, arreglar estas canciones e ir mezclado los instrumentos.
¿Qué elementos creen que definen su identidad sonora y estética dentro de la escena regional?
Mauricio (guitarrista): Yo creo parte de la impronta de la banda— como bien decía nuestro director— es mezclar distintas sonoridades y yo creo que eso se ha transformado en la identidad de AContraluz, el poder mezclar música andina con elementos de rock, de funk, de diversos estilos, por ejemplo, para poder sacar un producto que es original y que sonoramente es novedoso para la audiencia.
¿Cómo describirían el proceso creativo dentro del grupo?
Martín (bajista): El proceso creativo del grupo nace primero con cualquiera de nosotros proponiendo un cover —se conversa— y ahí inicia el proceso. Nacimos con esa base de poder reinterpretar una canción y vamos metiendo nuestros elementos propios de músicos, ya sea improvisaciones de batería, guitarra, piano, bajo e incluso de voces. Vamos jugando con aquello, siempre la idea es que cuando reinterpretamos no es que sea tan igual sino que sea una mezcla de nuestro estilo con el estilo de la canción original.
¿Qué lugar ocupa el territorio, la memoria y las experiencias del sur en sus canciones?
Carlos (voz): Somos parte del sur, creo que históricamente la banda a recibido gente de de la región y de las zonas más australes. De hecho, tenemos un integrante de Coyhaique y eso nos ha hecho enriquecer el trabajo musical que venimos desarrollando. Por lo mismo, nosotros buscamos presentar estos tributos que están en el inconsciente colectivo del territorio.
Han formado parte de distintos espacios culturales y universitarios, ¿Cómo han sido su relación con la escena musical de la Araucanía?
Felipe (pianista): A lo largo de la historia de la banda nos hemos relacionado con varios músicos que han formado parte de la escena musical local y eso ha dejado huella de lo que nosotros hacemos musicalmente y esas relaciones las seguimos cultivando. Es importante como individualmente nos relacionamos con otros espacios artísticos y cómo ese vínculo puede nutrir a la banda como una unidad
¿Qué desafíos implica hacer música desde Temuco y no desde los grandes centros urbanos del país?
Martín: Claramente hay una desventaja notoria en cuanto al centralismo, porque en regiones no se consume tanta cultura como uno esperaría. El camino es difícil, sobre todo para músicos locales, por eso mantener esta comunidad nos ayuda a apoyarnos entre nosotros y la recompensa siempre es gratificante después de cada concierto ver tantas caras felices y agradeciéndonos por lo que hacemos.
Ustedes llevan más de diez años de trayectoria musical ¿Qué aprendizajes les ha dejado este camino artístico?
Felipe: El poder aprender a escuchar nuevas ideas a recibir nuevas posibilidades y no quedarnos encasillados
Alejandra (voz): Yo soy nueva en la banda y me ha sorprendido las ganas que tienen los jóvenes de hacer este tipo de música. Uno podría decir que ellos no se entusiasman con la música más folclórica, latinoamericana pero al unirla con los gustos propios de cada uno como el rock, el soul, el jazz eso se va transformando y aparece la creatividad en nuestra música.
¿En qué proyectos o producciones están trabajando actualmente?
Juan Carlos: En este momento estamos preparando nuestra gala que se viene el próximo viernes. Es como cerrar todo lo que hemos venido ensayando desde marzo en adelante. El punto final de este año.
Trece músicos que, desde la Universidad Católica de Temuco, han construido un proyecto colectivo donde la diversidad sonora se vuelve sello y también desafío. La invitación queda abierta para el 21 de noviembre, a las 20:00 horas, en el Aula Magna con entrada liberada, una noche pensada para celebrar la vitalidad de la música latinoamericana en manos de nuevas generaciones. Bienvenidas y bienvenidos.