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Actualidad 05 marzo 2020

María Cecilia Fernández Darraz, Directora de Género: “Sueño con una Universidad cada día más comprometida con la igualdad de género, porque eso nos va a permitir el cambio cultural que necesitamos”

 

Hace sólo algunas semanas asumió su cargo como directora de la recientemente creada Dirección de Género, una Unidad que nace desde el fuerte compromiso que las autoridades institucionales tomaron con la equidad de género al interior de la comunidad universitaria.

 

 

 

De profesión trabajadora social, María Cecilia Fernández Darraz, madre de Paula y Álvaro, Magíster en Desarrollo Local y Regional y Doctora en Ciencias Humanas de la Universidad Austral de Chile, se encuentra en pleno proceso de conformación de equipo para lo que será la Dirección de Género de la Universidad Católica de Temuco.

De su experiencia laboral y académica en temáticas de género y los desafíos que significan este nuevo cargo, hablamos en esta entrevista.

Cecilia, cuéntanos ¿cuáles fueron tus inicios en el mundo laboral?

Luego de egresada de la carrera de trabajo social, partí trabajando en un departamento de educación municipal para luego, el año 1998, ingresar al Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM de esa época) donde estuve 12 años en la dirección regional de La Araucanía. Ahí empecé a comprender y a comprometerme con los temas de género y con los problemas que afectan a las mujeres. Comencé trabajando en programas de Violencia IntraFamiliar (VIF) y posteriormente en el Programa Mujeres Jefas de Hogar. Fue en estas tareas donde aprendí lo que significa coordinar políticas públicas orientadas a la igualdad o a la equidad de género.

¿Cómo fue tu experiencia de trabajo con mujeres que vivían violencia?

Trabajar en violencia de género es sumamente complejo, porque las bases de la violencia son súper estructurales y eso significa que las posibilidades o las condiciones para que una mujer salga de una situación de violencia de pareja son limitadas, es un proceso complejo y de largo tiempo.

En los años ‘90 el tema se estaba recién empezando a discutir en Chile con la primera legislación, entonces aprendimos sobre la complejidad del problema, y sobre los múltiples factores que operan para que el abuso se perpetúe. Hoy en día, por ejemplo, hay un dispositivo legal y redes de apoyo, pero igualmente los femicidios siguen ocurriendo, por lo que sigue siendo un fenómeno preocupante que nos debe mantener alerta a todos y todas.

En este mismo sentido, veíamos que en muchos casos faltaba autonomía económica en las mujeres y el Programa Mujeres Jefas de Hogar nace como una posibilidad de generar independencia, que de alguna forma opera como un factor protector ante una relación de abuso, aunque no siempre es así.

 ¿Esta experiencia te sirvió para tu paso al mundo académico?

Por supuesto, comencé en la coordinación de programas de formación continua en la UFRO durante 5 años. En ese período, también hice docencia en programas de educación continua y también en programas de posgrado en varias universidades.

En el año 2015, ingresé a la UC Temuco como investigadora del Observatorio Regional y ahí el trabajo fue básicamente apoyar la consolidación de ese espacio que tenía como misión investigar temas regionales que pudieran ser un aporte a las políticas locales.

Finalizado ese proyecto, el año 2018 me integré al equipo del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, principalmente para dictar clases en el área de posgrado de la facultad, en el Magíster y en el Doctorado de Estudios Interculturales, en el Magíster de Trabajo Social y también en pregrado. Además, colaboro en los programas de Magíster y Doctorado de la Facultad de Educación.

En paralelo, sigo desarrollando investigación. En este momento, soy investigadora responsable de un proyecto Fondecyt Regular adjudicado el año 2019 sobre segregación de género en las opciones vocacionales de estudiantes de enseñanza media. Es un proyecto de alcance nacional, de cuatro años, que busca identificar los factores que hacen que estudiantes, hombres y mujeres, comiencen a mirar determinadas opciones y por qué se producen estos fenómenos de segregación de carreras altamente feminizadas o masculinizadas.

Estaba en eso cuando la invitan a formar parte de una comisión que trabajaría temas de género en la Universidad, ¿cómo fue esa experiencia?

El año 2018, a partir de una invitación de la Prorrectora, formé parte de la mesa de género conformada por académicas y estudiantes, que tuvo la responsabilidad de generar un protocolo de acoso sexual. Finalmente, ese protocolo no vio la luz porque vino la movilización feminista que se tomó la agenda nacional y que de alguna manera le indicó a la universidad que la respuesta a las demandas debía ser más contundente, que tenía que ser más integral y de más largo plazo. Así, el rector se comprometió con la Asamblea de Mujeres y Disidencias Sexuales con la formulación de una Política de Género para la Universidad, es decir con un instrumento que forme parte de la institucionalidad y que permita generar condiciones para transversalizar el enfoque de género en el quehacer de la Universidad.

En ese momento el rector me invitó a participar en la comisión encargada de trabajar la política, donde hubo participación también de estudiantes y académicas y estuvo liderada por la Prorrectora. Lo que hicimos en esta comisión, fue revisar experiencias nacionales e internacionales, entrevistarnos con diferentes actores de otras instituciones que nos pudieran compartir experiencias, recogimos opiniones al interior de la Universidad de los distintos estamentos, hasta que logramos formular una Política que tiene siete lineamientos, que mirados hoy, son muy estratégicos porque no sólo aborda temas de violencia; los aborda y con mucha fuerza, porque es un tema central, me refiero al acoso sexual, al hostigamiento, que fueron temas que articularon las demandas feministas del 2018; pero también, aparecen otro tipo de demandas como la forma de trabajar la educación desde una perspectiva no sexista, por ejemplo. Entonces, a lo largo de ese proceso se comenzaron a visibilizar otras desigualdades que eran ignoradas, que todos sabíamos que existían, pero que hasta ese minuto no se habían convertido en un problema a abordar por al Universidad.

¿Cuáles son los principales temas que aborda la Política de Género?

Esta Política será la que va a orientar el trabajo de la Dirección de Género que incorpora como un tema muy importante la violencia de género pero también pone atención en cómo incorporar la mirada de género en la docencia, en el currículum, en la investigación, que para mí es muy relevante, en el sentido de que si hay estudiantes que quieran hacer una tesis que aborde alguno de estos temas, tengan profesores o profesoras que puedan guiarlos. Es decir, se necesita generar una masa crítica, no digo que todos sean especialistas y tengan que saber de género, pero que sí existan académicos/as que conozcan del tema. Yo creo que la universidad tiene condiciones para avanzar en investigación con enfoque de género y para incrementar el conocimiento sobre los problemas que hoy día están afectando a las mujeres, en toda su diversidad.

La Política también considera la compatibilización entre las responsabilidades académicas, laborales y las tareas de cuidado, en el entendido de que las principales responsables de las funciones familiares somos las mujeres y eso hace que tengamos rezagos en la vida académica o laboral. Esto incluye a estudiantes, funcionarias y académicas. Por ejemplo, se ha estudiado que en diez años, las mujeres tienen un rezago de 2 ó 3 años en su carrera académica.

Otro punto a destacar, es que la Política se compromete con el diagnóstico institucional, con mirarnos de manera permanente y saber no solamente cuántas mujeres somos, porque ese número ya lo tenemos, sino conocer en qué espacios están, en que condiciones están, cuál es la situación de las estudiantes, cuáles son sus necesidades, temas como la maternidad, la paternidad, qué respuestas damos desde la Universidad. Entonces, a mí me parece que no estamos partiendo de cero; contar con esta Política es un tremendo aporte, es nuestra carta de navegación sobre la que vamos a tener que ir generando planes y programas específicos que permitan operacionalizar nuestra Política.

¿Cómo recibió la noticia de ser nombrada como Directora de Género?

En primer lugar, debo decir que acepte este desafío con humildad, que estoy agradecida por la confianza que las autoridades han depositado en el trabajo que he venido desarrollando, en mi trayectoria como investigadora.

Sé que es un tema complejo, difícil y para mí representa un desafío que no será sencillo, porque esto significa generar cambios culturales de largo plazo. Significa repensarnos como comunidad universitaria, revisar cuál es la universidad que queremos, cómo queremos relacionarnos entre hombres y mujeres, con las disidencias sexuales, y eso impone un motivación enorme. Creo que puedo aportar con mi experiencia, pero sé que no basta con la Dirección de Género, con su directora o con el equipo, esto es una tarea que necesita convocar a toda la Universidad. Ya contamos con el compromiso de las autoridades, pero también esperamos comprometer a los decanos y decanas, al cuerpo académico, a los funcionarios, al estudiantado, a los sindicatos. Nuestra Dirección va a tener la tarea de actuar como articuladora para que desde las diferentes unidades de la Universidad se pueda ir avanzando en materia de igualdad de género.

Sabemos que una de las principales tareas es el tema reglamentario o normativo, pero también sabemos que hay conductas que no se terminan por decreto, entonces entendiendo que los protocolos ayudan y que las universidades, todas, tienen una deuda con las estudiantes en lo que tiene que ver con el acoso, en sus distintas relaciones (entre pares, con docentes, con funcionarios), nuestro gran esfuerzo estará en promover el cambio cultural, la resocialización, una nueva forma de mirarnos y de relacionarnos; particularmente, avanzar en la transformación de esa masculinidad hegemónica que sostiene las relaciones de violencia.

Me anima que las nuevas generaciones muestren una sensibilidad mayor con los temas de género. La Dirección de Género necesita de los y las estudiantes, en términos de cómo vamos generando ese cambio entre nosotros, cómo aprendemos a relacionarnos y también serán fundamentales a la hora de hacer control social sobre la implementación de esta política.

Me desafío a que las personas puedan tomarle el peso a lo que esto significa, porque muchas veces los temas de género son muy marginales, incluso en la academia la investigación en género suele ser considerada secundaria, menor, porque pareciera que hay otros temas más importantes, en circunstancias de que existe un marco epistemológico, teórico, de mucho tiempo, de muchos años en la filosofía, en la antropología, en la historia, en los estudios teológicos, en fin. Entonces, mi sueño sería aportar para que tuviéramos una Universidad con personas más comprometidas con la igualdad de género, porque sólo eso nos va a permitir el cambio cultural, el resto ayuda; las normas ayudan, los reglamentos ayudan, pero no resuelven. La transformación y el cambio está en las manos de todas las personas que formamos parte de la comunidad universitaria.

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