¡Que amargo despertar! > UCT
Inicio > ¡Que amargo despertar!
ElMostrador.cl 29 octubre 2021

¡Que amargo despertar!

ElMostrador.cl 

“¡QUE AMARGO DESPERTAR!”, esa fue la expresión que utilizó Enrique Mac Iver en el discurso que pronunció en el Ateneo de Santiago en 1900 para referirse a la crisis moral, económica y social que afectó a Chile a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Es la misma expresión que podríamos invocar hoy día para referirnos a lo que está ocurriendo en el país, tal como lo han señalado Felipe Orellana de la Universidad San Sebastián y Bastián Gajardo de la Fundación Ciudadano Austral. Despertamos después de habernos considerado “los jaguares del continente” y un ejemplo de transición en un continente que dejaba atrás las amargas dictaduras de los años previos. Luego de tantas ilusiones, hemos descubierto, como a fines del XIX, que vivimos en un Chile atrapado por la corrupción, pactos políticos establecidos sobre la base del reparto de empleos, una delincuencia que nos llena de temores, el flagelo de la droga, injusticias y una pobreza que se torna cada vez más grave. Me parece que no somos felices, señaló Mac Iver, y eso mismo pareciera estar ocurriendo hoy. En su discurso declaró que sólo expone una realidad, sin culpar a alguien en particular; sin embargo, todo indica que invita a pensar que todos tenemos un grado de responsabilidad en lo que está sucediendo, con la única excepción, agrega Mac Iver, del pueblo que no perturbó las acciones de las autoridades.

En lo último creo que Mac Iver fue más honesto. Hoy, el panorama es distinto. El Gobierno culpa a los opositores. Habla de delincuentes al referirse a quienes, consumidos por la ira, destruyen todo a su paso. No se trata de avalar, justificar o condenar esa violencia, sino de preguntarse, por qué se produce y cómo podríamos contenerla. Si es expresión de la delincuencia, ¿qué pasó con un gobierno que prometió erradicarla para vivir en paz? ¿Acaso no está denunciando su propio fracaso cuando prometió cosas que no pudo cumplir? Y la oposición, ¿acaso no tiene también altas cuotas de poder en el Parlamento y en las comunas en las cuales no pocos alcaldes están hoy día sentados en el banquillo de los acusados? Es más, el propio Presidente de la República aparece en ese manto de dudas generadas por sus operaciones empresariales. Una figura emblemática que, salvo la dictadura, representó valores republicanos que nos llenaban de orgullo, parece desplomarse.

Chile no puede seguir por esa senda. Es cierto que el escenario internacional poco ayuda, que enfrentamos tiempos difíciles; pero debemos hacer un esfuerzo colectivo por avanzar, en medio de las turbulencias, con otra disposición. De cara a una nueva elección presidencial y parlamentaria tenemos la obligación de elegir con libertad a quienes mejor puedan conducir los destinos del país en los próximos años, sin temores, sin tener que elegir a los menos corruptos o a quienes ofrezcan promesas sin considerar que tal vez no podrán cumplir. La prensa también puede colaborar. Hoy sabemos que ningún militante o simpatizante de una corriente política se come a los niños o que es perverso por naturaleza. Que cualquier alianza que se haga cargo del futuro gobierno está inspirada en la buena intención de superar estos tiempos difíciles. Que ninguna es una amenaza o el comienzo de tiempos apocalípticos. Algunos diarios han iniciado una campaña que sólo infunde temores en un país consumido por la incertidumbre y el miedo. Debemos poner punto final a estas actitudes si queremos vivir en un país mejor.

El futuro está en nuestras manos, especialmente en las manos de los jóvenes que forman una gran mayoría de votantes. Aunque pueden tener menos experiencia, disponen de energía, convicción e ilusiones. Tienen algo que es indispensable en la vida: sueños, y los sueños son la mejor herramienta para construir el futuro, teniendo en cuenta, en todo caso, que es ineludible tener los pies en la tierra, una tierra que debemos proteger.