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Columna de Opinión 05 noviembre 2021

Nosotros frente a la COVID-19: negación, predicciones fatalistas o nuevas miradas

Desde que el 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró a la COVID-19 como pandemia, el recorrido realizado hasta ahora ha sido complejo y desconcertante.

Anteriormente, nuestra vida se componía de acciones ordinarias: caminar, tomar café con amigos, hacer viajes familiares o abrazar a nuestros hijos y padres; actos que vivíamos como naturales y nos generaban una sensación de “estabilidad”. La pandemia vino a mostrarnos que esto solo era un imaginario. Nuestras actividades educativas, sociales, de salud, recreación, trabajo, entre otras, fueron interrumpidas y debimos adaptarnos de forma abrupta. Dicho de otro modo: tomamos conciencia de que nuestras acciones cotidianas no eran tan naturales como creíamos.

Con respecto a esta percepción antinatural de nuestras vidas, el sociólogo y médico greco-estadounidense Nicholas Christakis nos recuerda en Los nuevos locos años 20: Después de la pandemia puede venir una época de desenfreno sexual y derroche económico, publicado en BBC New Mundo, que no se debe perder de vista que las pandemias siempre han estado en la historia humana; la diferencia para la mayoría de nuestras generaciones es que son nuevas y por eso a la COVID-19 la sentíamos tan ajena a nuestra cotidianeidad. Durante el 2021, además, tomó fuerza nuestra conciencia del impacto no solo biológico, sino también social, psicológico y económico de la pandemia.

Entonces, sobre lo que hemos aprendido hasta ahora, ¿podremos responder a las emergencias actuales y a las necesidades del futuro inmediato? La respuesta no es única y tiene diversas aristas. Por ejemplo, en diversos países se generaron estrategias para enfrentar la pandemia y, en muchos de ellos, quedó al descubierto la precariedad de los sistemas de seguridad social y de salud; esto nos conduce a repensar el rol de los Estados en las condiciones actuales. Como lo ha expuesto el año pasado el sociólogo turco Yusuf Adiguze a través de la Agencia Anadolu: la relación entre los Estados y sus respectivas sociedades a partir de ahora tendría que cambiar y reinterpretar esta relación sería un factor importante para una mejora en los sistemas de bienestar social.

También Elke Van Hoof, profesora de psicología en Bruselas, nos da algunas luces en   Coronavirus: “Podemos anticipar el tsunami de absentismo laboral que se viene”, publicado este año en la BBC New Mundo: la pandemia nos ha mostrado, dice, mucha más capacidad de resiliencia de la que creíamos como humanos, lo que no obsta que haya aumentado nuestro cansancio. A pesar de ello, continua, hemos aprendido a mitigar y anticipar las acciones a futuro y tenemos ahora como aprendizajes: a) la experiencia de tener más tiempo para estar con los hijos y diversificar nuestras vidas con pasatiempos nuevos; b) la relevancia de la salud mental si queremos una buena calidad de vida; c) el trabajo remoto, que se abre como una alternativa para crear mecanismos de inclusión y participación, por ejemplo, para residentes de lugares alejados; d) la posibilidad de pensar que siempre podemos cambiar la forma en que enfrentamos los problemas; y, e) que ser más amable y contribuir al bienestar del otro nos ayuda a mantener niveles de bienestar perdurables a todos.

En conclusión, la pandemia con sus consecuencias económicas, sociales y psicológicas permanecerán por un tiempo, pero hemos aprendido que podemos decidir cómo enfrentarla. Nuestras decisiones van desde la negación, las predicciones fatalistas o nuevas miradas que nos permitan dimensionar los factores de riesgo y oportunidades para transformarlos en insumos para construir un bien común.