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Columna de Opinión 22 marzo 2022

Instituto Interdisciplinario del Agua: un acercamiento pertinente

Hoy en día, nos encontramos en una encrucijada respecto al recurso hídrico. El explorador e investigador francés, Jacques Cousteau (1910-1997), señaló lo siguiente: “olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo”. Asimismo, el Papa Francisco menciona que “los más elementales derechos humanos están en riesgo cuando no se respeta la salud de los océanos”. Frases como estas, de grandes personalidades de las ciencias, la economía, la política y de las más diversas áreas del quehacer humano, nos recuerdan la importancia de este elemento.

Hablar del agua es hablar sobre un recurso de innegable importancia, y que está presente en prácticamente todas las facetas de nuestra vida; desde lo más cotidiano y doméstico, hasta complejos aspectos espirituales que moldean nuestra personalidad.

El siguiente es un ejercicio de repaso: el consumo diario de agua en nuestro país se sitúa en torno a los 170 litros por persona al día. En este uso se encuentran actividades como higiene personal, aseo del hogar, lavado de ropa, consumo como bebida, preparación de alimentos, riego, entre otros. Sin embargo, es pertinente indicar que este valor promedio presenta grandes dispersiones. Un estudio realizado en la Región Metropolitana determinó que, en los hogares de comunas acomodadas, el consumo de agua se sitúa sobre 400 litros por persona al día; en cambio, en hogares de familias vulnerables, este valor disminuye a 125 litros por persona al día. Vale decir, existe evidencia relativa a la desigualdad en el acceso y consumo del recurso en nuestro país.

Como se ha mencionado, el agua es omnipresente en nuestra vida. Una forma de verificar este predicamento es el uso de indicadores, en particular la huella hídrica, que se puede definir como el volumen total de agua dulce utilizada para producir cierto bien o servicio. Por ejemplo: para producir un Kg de carne bovina, se requiere cerca de 27 mil litros de agua; o 700 litros, para producir un litro de leche (fuente: www.inia.cl). En lo que respecta al vestuario, la ONU indica que la fabricación de un jeans implica un consumo de 7500 litros de agua dulce, el equivalente al consumo de 7 años de agua como bebida para una persona. En general se estima que una persona “viste” en torno a 15 mil litros de agua (en su vestuario y calzado). En otra arista, según estudios extranjeros, el consumo de agua asociado a la construcción de una vivienda está en el orden de los 500 litros por metro cuadrado. Este breve repaso nos muestra con claridad que el agua no sólo nos hidrata, sino que también nos nutre, nos viste y nos cobija. En un escalón más allá, encontramos que el uso ceremonial del agua es común a distintas expresiones de espiritualidad y religiosidad; ejemplo de aquello es el sacramento del bautismo, presente en las distintas variantes del cristianismo, donde el agua es usada como símbolo de limpieza y de renacimiento hacia una nueva vida.

Dado lo estratégico que resulta este recurso, los estudios al respecto son innumerables, destinándose para ello extensos gastos económicos y horas de trabajo de investigadores e investigadoras alrededor del globo. Existen grupos de investigación en materia de disponibilidad hídrica y cambio climático, tecnologías de producción de agua potable y depuración de aguas servidas, reuso de agua, epidemiología y ciencias de la salud, políticas públicas, normativa y regulaciones, aspectos interculturales, economía del agua, y un largo etcétera.
Es cierto que cada disciplina puede mostrar avances significativos en cuanto a crear instancias de gestión y uso del agua, que mejoran el bienestar de la población. Sin embargo, existe una zona poco explorada que se sitúa entre los márgenes de cada campo de estudio. Esta zona donde cada disciplina aporta desde su propia naturaleza nos regala la oportunidad de unir esas miradas diversas y sus matices respecto de los recursos hídricos y generar, en consecuencia, una propuesta común, enriquecida y socializada al respecto.
No es poco frecuente que iniciativas incubadas en ambientes científico-tecnológicos, no logren verse implementadas debido a que no existen las políticas públicas que los impulsen, o que las normas no estén actualizadas e impidan su aplicación. Igualmente se han visto iniciativas que fracasan, porque los cambios culturales requeridos no se han podido instalar con suficiente fuerza.

Otro ejemplo es que la construcción de infraestructura crítica, necesaria para enfrenar periodos de sequía o asegurar la disponibilidad hídrica ante otros eventos ambientales adversos, no cuenten con los recursos necesarios para su construcción y/o no se gestionen de manera adecuada con las comunidades, con la consecuente generación de conflictos. Es en estos espacios donde especialistas en mediación y conciliación, reparticiones públicas con competencia en el área, inversionistas, especialistas técnicos y la academia están llamados a trabajar mancomunadamente.

Como Instituto Interdisciplinario del Agua de la Universidad Católica de Temuco nos mueve la convicción de que el trabajo con enfoque interdisciplinar en materia de agua no solo es posible, sino que absolutamente necesario para conseguir avances significativos respecto del uso y gestión responsable del recurso.

Una mirada integradora sobre este elemento nos permitirá avanzar de manera más rápida y concreta en la resolución de los desafíos presentes y futuros, poniendo como centro la sustentabilidad del recurso como herencia a las futuras generaciones.

Dr. Freddy Valdés Garcés
Director Instituto Interdisciplinario de Agua – Universidad Católica de Temuco